Durante más de diez años dicté el curso de Español de 8° en Secundaria Básica. Ese curso se divide en dos componentes: argumentación y literatura clásica (Ilíada, Odisea, Edipo Rey y Crónica de una muerte anunciada, de Gabriel García Márquez –también un clásico). Dejé de enseñarlo por cuestiones administrativas. Nada más. Pero hace un par de semanas, también por cuestiones operativas, tuve que dictar el curso remedial en ese grado. Hice un examen en el que les pregunté a mis estudiantes por el concepto de héroe clásico y, para mi sorpresa –o más bien no–, al escribir sobre Aquiles, Odiseo y Edipo, los niños usaron términos como “éxito”, “liderazgo”, “resiliencia” y “empatía”. Así que a eso nos ha llevado toda esa imbecilidad motivacional: a hacer la lectura más pobre posible de lo más rico que ha dado Occidente.