De Kafka

«30 de setiembre. La muchacha de la habitación contigua, anteayer (H.H.). Estaba tendido en el canapé y oí su voz en la linde de la somnolencia. La imaginé abundantemente vestida, no sólo con sus ropas, sino también con toda la habitación contigua, únicamente sus hombros bien torneados, de una desnuda redondez y de una intensa oscuridad, que yo había visto en el baño, se imponían contra su ropa. Durante unos momentos, me pareció que me lanzaba vapor y que llenaba con su vapor toda la habitación contigua. Luego se irguió con un corpiño de color ceniza, tan separado del cuerpo en su parte inferior, que uno podía sentarse encima y así, en cierto modo, cabalgar en él».

Franz Kafka, Diarios (1910-1923)