Para que sus hijos no se malcríen por la abundancia en la que han crecido, un padre rico manda a quitar las tejas de su habitación. Así, cuando llueve a cántaros, los niños tienen que mover los muebles y los juguetes sin la ayuda de nadie, poner recipientes en el suelo, hacer canaletas con cuanto trasto encuentren y pensar en soluciones para su problema. Al día siguiente están agotados, a veces enfermos, y su habitación está inundada, pero están aprendiendo una valiosa lección.