El peligro para mí no está en caer en el alcohol y en las drogas, ni en pasar demasiado tiempo en las redes sociales, ni en ver porno o jugar videojuegos en exceso. Tampoco está en malgastar el dinero, viajar mucho o enamorarme. Todo eso lo hago, pero me sé medir. Mi temor es que me dé por colorear libros de mandalas, armar rompecabezas, remendar ropa, hacer arreglos innecesarios en la casa y ver fotos y leer revistas viejas sin parar, mientras hablo solo, como poco, no me visto y no salgo. Podría perder la vida así.