Una princesa rusa

Lo que más quiero en la vida es seducir a una princesa rusa en un baile de salón. Específicamente, a la princesa Novkoskaya, cuya belleza es legendaria. Así, me convertiría en la envidia de los oficiales del ejército del zar. El único problema que veo es que no podría decirles a los rusos que soy profesor de colegio en Colombia, que el régimen zarista cayó, y que, para colmo, en este momento están en guerra con Kiev. Tampoco podría contarle a nadie aquí en Bogotá que los viernes tengo que ir a unos bailes en San Petersburgo. Es decir, todo tendría que ser en secreto y no estoy tan seguro de que la princesa se sintiera cómoda con eso.