La vida en la frontera es dura porque estamos sometidos por el clima. En las mañanas hiela, y entonces tomamos café muy caliente, endulzado con panela, en jarros de peltre. En las tardes, cuando cae el sol, llega el frío de la noche. En ese momento encendemos una fogata y comemos galletas y un estofado con una cuchara de palo. A veces hacemos aguardiente en el alambique, siempre con el sombrero puesto. Pero no hay vacas, ni indios, ni oro, ni pasto. No hay nada ni nadie más. Esa es la vida en la frontera.
fantasía