Aislamiento

Creo que una parte de nosotros quiere volver al aislamiento por la pandemia, a ese poder quedarse en la casa sin culpa porque hay una razón de salud pública, de enfermedad, que además nos hermana. Estamos siendo responsables y solidarios; no debemos salir a las calles -tan asquerosas las de Bogotá-, ni ver a los otros -tan insoportables algunos- y no relacionarnos en persona, que a veces es tan arduo. Podemos abandonarnos a esa felicidad de la depresión, que es tan particular porque es la de la compañía del pensamiento y la de otra percepción de la realidad. Pero ahora resulta que, gracias a las vacunas, parece que cada nueva cepa del COVID es más débil que la anterior; que es, al parecer, otra decepción. Una vez más, los avances de la ciencia médica saboteando al espíritu.*

* Por supuesto que ya me vacuné y creo que todos tenemos que hacerlo, y ¡que vivan las vacunas!