Leí sobre una condena a muerte en los Estados Unidos y, como siempre, me aterró la idea de la pena capital. Para no pensar en eso, me surgieron las siguientes preguntas crueles e infantiles: Los condenados a muerte tienen derecho a pedir su última comida a la carta, ¿cierto? ¿Qué tal si un condenado, para atrasar la ejecución, o solo para irritar a sus verdugos, pide algo súper complicado? “Quiero el áspic caliente de nécoras con cous-cous de mini mazorcas, receta de Ferrán Adrià”. ¿Qué hacen? ¿Cómo es la regla exactamente? ¿Puede ser una imitación del plato, o tiene que ser el original? ¿Lo hace el cocinero de la cárcel, o puede ser un chef?