Quiero que sepan todos que, el día en que asalten un camión de transporte de valores en mi barrio, habré sido yo. Unos meses antes, habré armado un comando con unos veteranos de guerra con los que habré tenido una relación profesional, pero cálida. Después habré comprado por internet unos fusiles de asalto, nos habremos ido a una finca a preparar el golpe y a ensayar, y será un todo un éxito. Lo habré hecho porque detesto el capitalismo, detesto el sistema financiero y, sobre todo, porque odio apasionadamente los camiones de valores porque se estacionan donde les da la gana, y a sus conductores y copilotos, que son unos guardias armados hasta los dientes, que cuidan con celo la plata de sus explotadores, y se bajan del camión con arrogancia, malos modales y un chaleco antibalas; uno con un revolver .38 y el otro con una escopeta recortada. ¡Entran a los sitios como Pedro por su casa, creyéndose los grandes señores! Quiero que sepan también que no me gastaré el botín en lujos, ni en viajes de mal gusto, como en la porquería esa de seria española La casa de papel, que a todo el mundo le parece, dizque, muy buena. No. Yo no soy así. Yo terminaré de pagar mi apartamento y mi carro, invitaré a mis amigos a comer a Crêpes, y seguiré con mi trabajo en el colegio, como si nada, hasta que llegue la policía a arrestarme en plena clase porque confesé mi plan que, salvo por esta confesión, es perfecto. “Niños”, diré, “disculpen, pero debo retirarme porque la ley me requiere”. Después de pagar mi pena en una cárcel en la que los otros reclusos me habrán tratado como a un héroe por la temeridad y justicia del asalto, volveré a mi clase de Literatura latinoamericana con los de 9° y, para hacerle un homenaje a Fray Luis de León, diré como él cuando regresó un año después de haber estado en manos de la Inquisición: “Como decíamos ayer”, y retomaré el tema de la clase. Seré recordado como el profesor de colegio que orquestó -me gusta mucho ese verbo para esta ocasión- un asalto a un camión de valores. “Cuando la vida imita al arte” titulará con desatino un diario haciendo referencia a esa serie que mencioné y que odio tanto, o más, que a los malditos camiones de valores y sus guardias.
ficción