“¡Psssst! ¡Psssst!”, escuché a mis espaldas mientras que delante de mí iba caminando por la Avenida 19 una mujer joven y bonita. El «psssst» venía de atrás y al darme la vuelta para ver quién era su autor, vi a un agente de policía. ¿Lo explico? ¿Es necesario? ¿En qué país del mundo se le ocurre a un hombre que representa a las fuerzas armadas del Estado hacer un ruido de coquetería agresiva a una transeúnte? Sí sí, ya sé que en otras partes del país suceden cosas infinitamente peores, pero esta escena mínima me enfureció como síntoma de todo eso otro, que es tan espantoso.