Debo salir de mi casa todos los días a las 6:25 a.m. para poder llegar a mi trabajo a las 7; más de 30 minutos para recorrer 6 kilómetros que, de no ser por la densidad del tráfico, recorrería en 15 minutos a velocidad promedio (60 km/h). El problema es que todos los colegios del norte de Bogotá empiezan clases entre las 7 las y 7:30 a.m., al igual que los colegios y universidades del resto de la ciudad. A las 9 somos muy productivos, pero a las 5 de la tarde ya estamos cansados, en buena medida por habernos levantando antes de las 6 de la mañana. ¿A quién se le ocurrió eso de la clase de 7? ¿Al que madruga para que Dios le ayude? Y ese tipo de prácticas absurdas abundan y la gente cree que son muestras de eficiencia y empeño. No. Son muestras de insensatez, estupidez e ineficiencia. De ahí el mito de que «los colombianos somos camelladores”. No, no lo somos, lo que pasa es que nos tardamos el doble de tiempo en hacer las cosas porque no tenemos sentido común ni método. He trabajado en Europa y en los Estados Unidos y no: los colombianos no somos más trabajadores que la gente de otros países.