Una tarde pasé por la estación de Trasmilenio Alcalá y me recibió una banda papayera de policías bachilleres frente a la taquilla. ¿Qué hacían ahí? ¿Animar? ¿Prevenir el delito? Estorbaban el acceso de los usuarios. Subí por el puente peatonal; en los barandales de las rampas hay vendedores ambulantes que dificultan la circulación, invaden el espacio público y representan un riesgo en caso de que hubiera una evacuación de emergencia. Me alejé. Al fondo seguía sonando la papayera. Y de nuevo pensé en que los colombianos tenemos que tirarnos todo, dañarlo, romperlo.