La indecencia

Una amiga me cuenta de una conocida suya que se casó con un millonario. La familia de la novia es distinguida en su país -ilustres, de abolengo- pero ella se avergüenza porque no son ricos como su marido; «unos pobretones», ella así lo siente. Por eso decidió no invitarlos a la boda. Para reparar tamaño desplante, le envió a cada no invitado un celular de alta gama de último modelo. Se gastó una fortuna, que de seguro pagó el novio. Como no conozco a la mujer, le pido a mi amiga que me muestre fotos del matrimonio en Instagram. El vestido es lindo, sí; el lugar del matrimonio, lujoso; los arreglos florales de las mesas, costosos, pero los zapatos de la novia son, por supuesto, de lo más ordinario.