Las reinas necesitan tomar mucha agua. Ese es el secreto de su belleza y de su permanencia en el trono. Con respecto al sol, basta con que se paren frente a una ventana, detrás de un velo, un par de horas cada mañana. Las princesas, por su parte, sí necesitan la luz directa del sol mientras florecen y se hacen grandes. Solo así se mantiene el equilibrio del reino y el de la naturaleza toda.